LA DANZA, otra forma de ver la vida...
No sé si lo he dicho alguna vez pero yo iba a dedicarme al ballet clásico por una mezcla de deseo personal y de tradición familiar (provengo de una familia dedicada al arte en sus diferentes facetas).
Empecé de pequeñita dentro de este mundo de la danza (tan especial y paradójico que juntaba sin transición alguna disciplina, sudor y sacrificio férreos, con pasionalidad, entereza y obcecación extrema). Pasé parte de la niñez y casi toda mi adolescencia en estudios de ballet con clases de "suelo, barra y centro", entre vestuarios, ropa mojada de sudor, cambios de maillots según iba creciendo, remiendos de mallas y zapatillas, preparación de exámenes de conservatorio/festivales/exámenes de colegio... Extensos horarios que dejaría exhausto a cualquiera apurando el tiempo "libre" en medio de los "otros estudios", deberes colegiales hechos a la limón que en las manos llevaba las castañuelas para practicar con ellas y en los pies las puntas de ballet para fortalecer el empeine y domar las duras hormas de que estaban hechas...
A mitad de mi adolescencia saqué el título profesional de danza española y de grado medio de ballet clásico, junto a todas sus asignaturas complementarias: solfeo, historia de la música, maquillaje, anatomía de la danza... Eso si, ya a trancas y barrancas dado que los problemas de salud se presentaron temprano. Aún así, continué con ello varios años contra todo pronóstico: lo alargué en el tiempo todo lo que el cuerpo -y mi voluntad- me permitió.
Después estudié y me dediqué a otras cosas. Y después "del después", la salud, por las circunstancias del destino quizás, tampoco me permitió seguir con ese intento de adaptación mía a las circunstancias de la vida.
Hoy en día, aún habiendo tenido que dejar la danza sé que es algo que llevaré dentro de mi por siempre. Es parte del pasado, pero está y estará ahi, y saldrá a flote cada vez que vea bailar a alguien.
Nadie sabe lo que se siente cuando doblegas los límites de tu propio cuerpo para expresar con él tantos sentimientos... Es como intentar volar, y cuando consigues dominar tu cuerpo y expresar con él lo que quieres, de pronto ver que despegas. Nadie sabe qué se siente más que el que lo vive.
No me extraña pues, cuando en programas como el de Fama (que en esta 2ª edición hace un guiño constante a los "pachuchos" que amamos el baile), a la pregunta de "qué significa para ti bailar", los alumnos/bailarines respondan, como yo lo hacia antes: "Todo. Es mi vida".
Empecé de pequeñita dentro de este mundo de la danza (tan especial y paradójico que juntaba sin transición alguna disciplina, sudor y sacrificio férreos, con pasionalidad, entereza y obcecación extrema). Pasé parte de la niñez y casi toda mi adolescencia en estudios de ballet con clases de "suelo, barra y centro", entre vestuarios, ropa mojada de sudor, cambios de maillots según iba creciendo, remiendos de mallas y zapatillas, preparación de exámenes de conservatorio/festivales/exámenes de colegio... Extensos horarios que dejaría exhausto a cualquiera apurando el tiempo "libre" en medio de los "otros estudios", deberes colegiales hechos a la limón que en las manos llevaba las castañuelas para practicar con ellas y en los pies las puntas de ballet para fortalecer el empeine y domar las duras hormas de que estaban hechas...
A mitad de mi adolescencia saqué el título profesional de danza española y de grado medio de ballet clásico, junto a todas sus asignaturas complementarias: solfeo, historia de la música, maquillaje, anatomía de la danza... Eso si, ya a trancas y barrancas dado que los problemas de salud se presentaron temprano. Aún así, continué con ello varios años contra todo pronóstico: lo alargué en el tiempo todo lo que el cuerpo -y mi voluntad- me permitió.
Después estudié y me dediqué a otras cosas. Y después "del después", la salud, por las circunstancias del destino quizás, tampoco me permitió seguir con ese intento de adaptación mía a las circunstancias de la vida.
Hoy en día, aún habiendo tenido que dejar la danza sé que es algo que llevaré dentro de mi por siempre. Es parte del pasado, pero está y estará ahi, y saldrá a flote cada vez que vea bailar a alguien.
Nadie sabe lo que se siente cuando doblegas los límites de tu propio cuerpo para expresar con él tantos sentimientos... Es como intentar volar, y cuando consigues dominar tu cuerpo y expresar con él lo que quieres, de pronto ver que despegas. Nadie sabe qué se siente más que el que lo vive.
No me extraña pues, cuando en programas como el de Fama (que en esta 2ª edición hace un guiño constante a los "pachuchos" que amamos el baile), a la pregunta de "qué significa para ti bailar", los alumnos/bailarines respondan, como yo lo hacia antes: "Todo. Es mi vida".
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