NUESTROS ÁRBOLES MUEREN DE ESTRÉS
Uno de cada tres trabajadores españoles sufre estrés. Además de perjudicar gravemente nuestra salud, esta situación provoca en la Unión Europea unas pérdidas globales de más de 256.000 millones de euros al año pues, agotados por el esfuerzo, caemos fácilmente enfermos.
Sorprendentemente, esta enfermedad típicamente urbana también afecta a nuestros árboles, quienes como nosotros se debilitan y caen en brazos de virus y bacterias patógenas por causas parecidas. Según los especialistas en investigación agraria, el exceso de productos químicos, la limitación del espacio, el empobrecimiento de los suelos, la contaminación provocan un grave estrés a los árboles. Por contra, un adecuado manejo del cultivo basado en el biocontrol garantiza su salud vegetal.
Sorprendentemente, esta enfermedad típicamente urbana también afecta a nuestros árboles, quienes como nosotros se debilitan y caen en brazos de virus y bacterias patógenas por causas parecidas. Según los especialistas en investigación agraria, el exceso de productos químicos, la limitación del espacio, el empobrecimiento de los suelos, la contaminación provocan un grave estrés a los árboles. Por contra, un adecuado manejo del cultivo basado en el biocontrol garantiza su salud vegetal.
La primera vez que escuché hablar del estrés en los árboles fue en 1997 en Guernica (Vizcaya). Estaba escribiendo un reportaje para El País Semanal sobre el famoso roble de los fueros vascos y me lo encontré decrépito, rodeado de catéteres y medidores. El ingeniero agrónomo José Antonio Molina, uno de sus médicos personales, estaba muy preocupado por la salud del histórico ejemplar, seriamente enfermo desde 1990. Su problema era más psicológico que físico. El estrés le había llevado a sufrir el “síndrome del árbol urbano”, producido por la cercanía de varias edificaciones, sombras persistentes, ruidos, vibraciones y poco espacio de las raíces para desarrollarse. Y eso que Guernica no es Bilbao ni Madrid. Pero para un roble anciano era demasiado. Ya lo saben, acabó muriendo en septiembre de 2003 a la respetable edad de 146 años.
Desde entonces me fijo más en los árboles de ciudad y siento una lástima enorme por ellos. Metidos en alcorques diminutos o incluso completamente asfaltados hasta el tronco, ennegrecidos por el hollín del humo de nuestros coches, podados salvajemente todos los años, golpeados, meados diariamente por cientos de perros. ¡Cómo no van a estar estresados!. Y hartos de nosotros. Pero son tan maravillosos que nos seguirán regalando oxígeno, sombra y frutos hasta su muerte. No nos los merecemos.
Fuente: La Crónica Verde-Blog 20 Minutos (7/01/2008)
Desde entonces me fijo más en los árboles de ciudad y siento una lástima enorme por ellos. Metidos en alcorques diminutos o incluso completamente asfaltados hasta el tronco, ennegrecidos por el hollín del humo de nuestros coches, podados salvajemente todos los años, golpeados, meados diariamente por cientos de perros. ¡Cómo no van a estar estresados!. Y hartos de nosotros. Pero son tan maravillosos que nos seguirán regalando oxígeno, sombra y frutos hasta su muerte. No nos los merecemos.
Fuente: La Crónica Verde-Blog 20 Minutos (7/01/2008)
2 comentarios:
Es cierto, no nos los merecemos, como tantas y tantas cosas en la Naturaleza que este animal inconstante e inconsciente que es el hombre maltrata y menosprecia.
Estoy contigo Rosa: es una pena. No entiendo como cosas que se ven tan claras nadie haga nada, aunque sea por vergüenza.
Da angustia ver a los pobres árboles embutidos dentro de macetas de granito, o en suelos de cemento y circumbalados estrechamente por franjas artificiales que los limitan hasta la tortura (adoquines, aceras, asfalto, edificios pegados, farolas y tubos de neón con propaganda justo encima de ellos con la luz encendida toda la noche, el metro por debajo con sus vibraciones y la falta de estabilidad y salubridad de este suelo...).
Yo tengo una vecina que como uno de los pocos árboles que pusieron frente a nuestro edificio le pegaba a la ventana, lo que hace es ella por su cuenta una poda salvaje del pobre arbolito (es muy joven) a la mínima que "se acerque" con sus ramas a su ventana. A veces he visto al árbol con casi la mitad de su copa desaparecida debido a ello, ya que a esta vecina (y su familia) no le gustan los árboles ni nada que despierte ternura así que como un árbol no se puede quejar, pues se están ensañando con él. No te imaginas cómo queda tras el "arreglo" de las "señoras" estas... Aparte, el árbol por supuesto soporta la poda que le toca cuando el Ayuntamiento decide. Y nadie dice nada.
Y luego está el árbolito de al lado de ese otro: al pobre le tiraron cemento encima, y da pena verlo. Se sufre sólo de ver cómo intenta salir adelante con esa capa de cemento que le ha calado hasta adentro y que por mucho que llamé al Ayuntamiento no hacen nada de nada. A fecha de hoy (a 3 ó 4 años de la salvajada de que los de la obra de un edificio cercano le tiraran encima esta cochambre) vive aún, pero está raquítico y mucho más endeble que los otros dos de los que es acompañado...
Y luego para rematar, está que como el sistema de riego no funcione, nadie se preocupa de si el árbol se está muriendo o no, después de haberlo plantado. De hecho en el caso de mi casa que estoy poniendo, el sistema de riego va mal así que mientras unos árboles no son regados, otros (como el llenito de cemento) son inundados.
¡¡PARA LLORAR!!.
Un abrazo, Rosa, y aprovecho ya desde aquí PARA DARTE LAS GRACIAS por la ayuda que me prestas desde tu maravilloso blog, así como por tu paciencia y amabilidad, como ya te he dicho alguna vez desde tu espacio. ¡Cuídate! :)
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